Tras 24 años de experiencia empresarial Gustavo García Brusilovsky, CEO y Fundador de Catcher, explica que el mayor cambio que se ha producido en este tiempo se ve en la tecnología. "Antes poder operar y montar corporaciones que tuvieran una extensión o un crecimiento grande internacional fuera de un entorno corporativo era imposible. Sin embargo, en las dos últimas décadas se ha demostrado que se pueden construir grandes compañías a partir de pequeñas empresas gracias a la tecnología y la aceleración de la misma; primero con internet, luego con todo lo que es la movilidad y hoy en día con la inteligencia artificial. En definitiva, la tecnología ha sido un elemento de aceleración enorme que ha permitido que los negocios ya no sean como los pensábamos en el siglo pasado", cuenta. Es por ello que "en nuestro caso la tecnología siempre ha sido un elemento diferencial", añade.

Prueba de ello es su última startup, Catcher. "En el caso concreto de esta Catcher, vimos una oportunidad clara de reinventar un poco cómo se estaba gestionando el reparto a domicilio, lo que es la logística de última milla en el caso de los grandes agregadores, sobre todo en comida, pero evolucionando rápidamente a otros sectores como puede ser los supermercados, las parafarmacias, el retail... y que podría ser el principio de algo que veremos en los próximos años, el quick commerce. Nos dimos cuenta de que había una oportunidad de participar en el mercado a través de un hueco que nadie estaba cubriendo: dar una solución entre la empresa y el cliente final, no entre el agregador y el cliente final, un modelo B2B". Ahora, los restaurantes "pueden llevar la restauración en el delivery a sus niveles máximos, porque Catcher te permite conectarte a un mercado amplio de repartidores, sobre todo repartidores autónomos, pero también flotas y cooperativas, de forma que la empresa pueda seguir cuando tiene un momento de alta demanda, que es cuando interesa", detalla Gustavo García. 

Pero Catcher no es la primera (ni seguramente será la última) apuesta de este emprendedor nacido en Buenos Aires. De hecho, y tal y como él mismo cuenta, esta es su "tercera aventura" como inversor y directivo al mismo tiempo.

La creación de la empresa BuyVIP -que vendió a Amazon en 2010- o Klikin -adquirida luego por Repsol- fueron dos de sus grandes logros por el negocio, por los beneficios logrados y por ser un ejemplo de cómo una empresa grande puede colaborar con las startups. "En los dos casos hay algo en común, y es una empresa grande negociando con una pequeña, algo mucho más difícil para esta última. Tienes que tratar de ponerte en valor y no ceder en todo, porque la presión es muy grande. Una de las cosas más importantes es que la empresa que compra vea a la comprada como un futuro socio, al menos a corto plazo, porque tiene que seguir haciendo un trabajo, y eso permite lograr un acuerdo que sea aceptable. Tienes que ser muy humilde, pero al mismo tiempo no permitir que te pasen por encima". En cualquier caso, en este tipo de operaciones, siempre es mejor que "las empresas las compres y no se vendan, porque cuando uno vende tiene la necesidad de ello y cualquier comprador lo detecta al momento y bajan los precios. En cambio, cuando tú no quieres vender y alguien denota que eres estratégico para su juego, se puede maximizar el retorno. Y esta regla es la misma a la hora de invertir".

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